西语阅读:《一千零一夜》连载十三(3)

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Al día siguiente, cuando me des­perté, vi que me había preparado el almuerzo: cuatro pollos cocidos, caldo de gallina y vino abundante. De todo me ofreció, y comí y bebí, y después quise despedirme y mar­charme. Pero ella me dijo: “¡Adón­de piensas ir?” Y yo contesté: “A cualquier sitio en que pueda dis­traerme y olvidar las penas que me oprimen el corazón.” Y ella me dijo: “¡Oh, no te vayas! ¡Quédate un poco más!” Y yo me senté, y ella me dirigió una intensa mirada, y me di­jo: “Ojo de mi vida, ¿qué locura te aqueja? Por mi amor te has arrui­nado. Además, adivino que tengo también la_ culpa de que hayas per­dido la mano derecha. Tu sueño me ha hecho descubrir tu desgracia. Pero ¡por Alah! jamás me separaré de ti. Y quiero casarme contigo le­galmente.”

Y mandó llamar a los testigos, y les dijo: “Sed testigos de mi casa­miento con este joven. Vais a redac­tar el contrato de matrimonio, ha­ciendo constar que me ha entregado la dote.”

Y los testigos redactaron nuestro contrato de matrimonio. Y ella les dijo: “Sed testigos asimismo de que todas las riquezas que me pertene­cen, y que están en esa arca que veis, así como cuanto poseo, es desde ahora propiedad de este joven. Y los testigos lo hicieron constar, y le­vantaron acta de su declaración, así como de que yo aceptaba, y se fue­ron después de haber cobrado sus honorarios.

Entonces la joven me cogió de la mano, y me llevó frente a un arma­rio, lo abrió y me enseñó un gran cajón, que abrió también y me dijo: “Mira lo que hay en esa caja.” Y al examinarla, vi que estaba llena de pañuelos, cada uno de los cuales formaba un paquetito. Y me dijo: “Todo esto son los bienes que durante el transcurso del tiempo fui acep­tando de ti. Cada vez que me dabas un pañuelo con cincuenta dinares de oro, tenía yo buen cuidado de guar­darlo muy oculto en esa caja. Ahora recobra lo tuyo. Alah te lo tenía reservado y lo había escrito en tu Destino. Hoy te protege Alah, y me eligió para realizar lo que él había escrito. Pero por causa mía perdiste la mano derecha, y no puedo corres­ponder como es debido a tu amor ni a tu adhesión a mi persona, pues no bastaría aunque para ello sacri­ficase mi alma.” Y añadió: “Toma posesión de tus bienes.” Y yo mandé fabricar una nueva caja, en la cual metí uno por uno los paquetes que iba sacando del armario de la joven.

Me levanté entonces y la estreché en mis brazos. Y siguió diciéndome las palabras más gratas y lamentando lo poco que podía hacer por mí en comparación de lo que yo había hecho por ella. Después, queriendo colmar cuanto había hecho, se levan­tó e inscribió a mi nombre todas las alhajas y ropas de lujo que po­seía, así como sus valores, terrenos y fincas, certificándolo con su sello y ante testigos.

Y aquella noche, se durmió muy entristecida por la desgracia que me había ocurrido por su causa.

Y desde aquel momento no dejó de lamentame y afligirse de tal modo, que al cabo de un mes se apoderó de ella un decaimiento, que se fue acentuando y se agravó, hasta el punto de que murió a los cincuenta días.

Entonces dispuse todos los prepa­rativos de los funerales, y yo mismo la deposité en la sepultura y mandé verificar cuantas ceremonias prece­den al entierro. Al regresar del ce­menterio entré en la casa y examiné todos sus legados y donaciones, y vi que entre otras cosas me había dejado grandes almacenes llenos de sésamo. Precisamente de este sésamo cuya venta te encargué, ¡oh mi se­ñor! por lo cual te aviniste a acep­tar un escaso corretaje, muy inferior a tus méritos.

Y esos viajes que he realizado y que te asombraban eran indispensa­bles para liquidar cuanto ella me ha dejado, y ahora mismo acabo de cobrar todo el dinero y arreglar otras cosas.

Te ruego, pues, que no rechaces la gratificación que quiero ofrecerte, ¡oh tú que me das hospitalidad en tu casa y me invitas a compartir tus manjares! Me harás un favor acep­tando todo el dinero que has guar­dado y que cobraste por la venta del sésamo.

Y tales mi historia y la causa de que coma siempre con la mano iz­quierda.”

Entonces, yo, ¡oh poderoso rey! dije, al joven: “En verdad que me colmas de favores y beneficios” Y me contestó: “Eso no vale nada. ¿Quieres ahora, ¡oh excelente corre­dor! acompañarme a mi tierra, que, como sabes, es Bagdad? Acabo de hacer importantes compras de géne­ros en El Cairo, y pienso venderlos con mucha ganancia en Bagdad: ¿Quieres ser mi compañero de viaje y mi socio en las ganancias?” Y contesté: “Pongo tus deseos sobre mis ojos.” Y determinamos partir a fin del mes.

Mientras tanto, me ocupé en ven­der sin pérdida ninguna todo lo que poseía, y con el dinero que aquello me produjo compré también muchos géneros. Y partí con el joven hacia Bagdad; y desde allí después de obtener ganancias cuantiosas y com­prar otras mercancías, nos encami­namos a este país que gobiernas, ¡oh rey de los siglos!

Y el joven vendió aquí todos sus géneros y ha marchado de nuevo a Egipto, y me disponía a reunirme con él, cuando me ha ocurrido esta aventura con el jorobado, debida a mi desconocimiento del país, pues soy un extranjero , que viaja para realizar sus negocios.

Tal es, ¡oh rey de los siglos! la historia, que juzgo más extraordina­ria que la del jorobado.”


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    本站小编 Free壹佰分学习网 2022-09-19