西语阅读:《一千零一夜》连载二十四(2)

网络资源 Freekaoyan.com/2008-04-17

“EN NOMBRE DE ALAH, EL CLE­MENTE SIN LÍMITES Y MISERICOR­DIOSO.

“Después de pedir noticias de tu salud, que nos es querida, y de rogar a Alah que te conserve largos días en la dilatación y el florecimiento,

“Sabe, ¡oh nuestro vicario! que un joven mercader de tu ciudad, llamado Ghanem ben-Ayub, ha venido a Bagdad y ha seducido y for­zado a una de mis esclavas. Y ha huido de mi venganza y de mis iras, y se ha refugiado en tu ciu­dad, donde debe estar en estos mo­menos con su madre y su hermana.

“Te apoderarás de él y le manda­ras dar quinientos latigazos. Y luego le pasearás por todas las calles mon­tado en un camello. Y delante irá un pregonero, gritando: “¡Este es el castigo del esclavo que roba los bie­nes de su señor!” Y después me lo enviarás, para darle el tormento que se merece y hacer de él lo que haya de hacerse.

“Y saquearás su casa, destrozán­dola desde los cimientos hasta la te­chumbre, y harás desaparecer el ras­tro de su existencia.

“Y te apoderarás de la madre y hermana de Ghanem, y durante tres días las expondrás desnudas a la vista de todos los habitantes, y luego de eso las arrojarás de la ciudad.

“Pon gran diligencia y celo en ejecutar estas órdenes.

“¡Uassalám!”

Un correo fue el portador de esta carta, y viajó con tal celeridad, que llegó a Damasco a los ocho días, en vez de tardar veinte cuando menos.

Y cuando el sultán Mohammed tuvo en sus manos la carta del califa, se la llevó a los labios y a la frente. Y luego de leerla, ejecutó sin nin­guna tardanza las órdenes. Y las pregoneros anunciaron por todas partes: “Los que quieran saquear la casa de Ghanem ben-Ayub, vayan a saquearla a su gusto!”

Inmediatamente el sultán se diri­gio en persona a la casa de Ghanem, ''acompañado de los guardias. Llamó a la puerta; y Fetnah, hermana de Ghanem, salió a abrir. Y preguntó: ¿Quién llama?” Y el sultán respon­díó: “Yo soy.” Entonces Fetnah abrió la puerta, y como nunca había visto al sultán Mohammed, se tapó la cara con una punta del velo y corrió a avisar a su madre.

Y la madre de Ghanem estaba sentada bajo la cúpula del sepulcro que había mandado construir en recuerdo de su hijo, al cual creía muerto, pues desde un año que no sabía nada de él. Y no hacía más que llorar, y apenas comía y bebía: Y ordenó a su hija Fetnah que dejase entrar al sultán. Y el sultán entró en la casa, llegó hasta la tumba, y vio a la madre de Ghanem que llora­ba. Y le dijo: “Vengo a buscar a Ghanem, pues lo reclama el califa.” Y ella respondió: “¡Desdichada de mí! Mi hijo Ghanem, fruto de mis entrañas, nos abandonó hace más de un año, y no sabemos lo que ha sido de él.”

Pero el sultán Mohammed, a pesar de su generosidad, tuvo que ejecutar lo ordenado por el califa. Y mandó que se apoderaran de las alfombras, jarrones, cristalería y de­más objetos preciosos, y después echó abajo toda la casa, y arrastra­ron los escombros fuera de la ciudad. Y aunque le repugnara mucho ha­cerlo, mandó desnudar a la madre de Ghanem y a su hermana la her­mosa Fetnah, y las expuso tres días en la ciudad, prohibiendo que se las cubriera ni con una camisa sin man­gas. Y después las expulsó de Da­masco. Así fueron tratadas la madre y la hermana de Ghanem, por el odio del califa.

En cuanto a Ghanem ben-Ayub El-Motim El-Masslub, al salir de Bagdad con el corazón hecha trizas fue caminando sin comer y sin beber. Y al terminarse el día estaba muerto de cansancio. Así llegó a una aldea, y entró en la mezquita, cayendo extenuado sobre una esterilla, apoya­da contra la pared. Y allí permaneció sin sentido, palpitándole desordena­damente el corazón y sin fuerzas para hacer un movimiento ni nada. Los vecinos del pueblo que fueron a orar a la mezquita por la mañana lo vieron tendido y exánime. Y comprendiendo que tendría ham­bre y sed, lo llevaron un tarro de miel y dos panes, y le obligaron a comer y beber. Después le dieron para que se vistiera una camisa sin mangas, muy remendada y llena de piojos. Y le preguntaron: “¿Quién eres, ¡oh forastero! y de dónde vie­nes?” Y Ghanem abrió los ojos, pero no pudo articular palabra, no ha­ciendo más que llorar. Y los otros estuvieron allí algún tiempo, pero acabaron por irse cada cual a sus quehaceres.

Las privaciones y el dolor hicie­ron que Ghanem cayera enfermo, y siguió echado sobre la esterilla de la mezquita durante un mes, y se debilitó su cuerpo, cambió de color, y le devoraban las pulgas; Al verle reducido a tan mísero estado, los fieles de la mezquita se concertaron un día para llevarlo al hospital de Bagdad, que era el más próximo. Y fueron a buscar a un camellero, y le hablaron así: “Colocarás a este joven en tu camello, lo llevarás a Bagdad y lo dejarás a la puerta del hospital. Y seguramente el cambio de aires y los cuidados del hospital acabarán por curarle del todo. Y vendrás después a que te paguemos lo que se te deba por el viaje y por el camello. Y el camellero dijo. “Es­cucho y obedezco.” Y ayudándole los demás, cogió a Ghanem y la esterilla en que estaba echado y lo colocó sobre el camello, sujetándole bien para que no se cayese.

Y cuando iban a marchar, lloraba Ghanem sus desdichas, y entonces se aproximaron dos mujeres misera­blemente vestidas que estaban entre la muchedumbre. Y al ver al enfermo, exclamaron: ‘¡Cuánto se parece a nuestro hijo Ghanem! pero no es posible que sea este joven reducido a su sombra.” Y aquellas dos muje­res, que estaban cubiertas de polvo y acababan de llegar al pueblo, se pusieron a llorar pensando en Gha­nem, pues eran su madre y su her­mana Fetnah, que habían huido de Damasco y seguían ahora, su camino hacia Bagdad.


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    本站小编 Free壹佰分学习网 2022-09-19