西语阅读:《一千零一夜》连载二十四

网络资源 Freekaoyan.com/2008-04-17

PERU CUANDO LLEGÓ LA 41a NOCHE

Ella dijo:

He llegado a saber, ¡oh rey afor­tunado! Que él califa acudió todos los días a la tumba de su favorita durante un mes. Y el último día duraron las oraciones y la lectura del Córán desde la aurora hasta la aurora siguiente. Y éntonces cada cual pudo regresar a su casa. Y el califa, rendido por la fatiga y el do­lor, regresó a palacio, y no quizo ver a nadie, siquiera a su visir Giafar, ni a su esposa Zobeida. Y de pronto cayó en un sueño pro­fundo, velándole dos esclavas. Una de ellas estaba junto a la cabeza del califa y la otra a sus pies. Pasada una hora, cuando el sueño del califa ya no fue tan profundo, oyó a la esclava que estaba junto a su cabeza decir a la que estaba a sus pies: “¡Qué desdicha, amiga Subhia!” Y Subhia contestó: “¿Pero qué ocurre, ¡oh hermana Nozha!?” Y Nozha di­jo: “Nuestro amo debe ignorar todo lo ocurrido, cuando pasa las noches junto a una tumba donde solo hay un pedazo de madera, un maniquí fabricado por un artífice.” Y Subhia dijo: “Pues entonces, ¿qué ha sido de Kuat Al-Kulub? ¿Qué desgracia cayó sobre ella?” Nozha respondió: “Sabe, ¡ah Subhia! que me lo ha contado todo la esclava preferida de nuestra ama Zabeida. Por su encargo le dio banj a Kuat Al-Kulub, que se durmió inmediatamente, y entonces nuestra ama Zobeida la me­tió en un cajón, y la entregó, a los eunucos Sauat, Kafur y Bakhita para que lo enterrasen en un hoyo.” y Subhia, llenos de lágrimas los ojos; exclamó: “¡Oh Nozha! ¿Y nuestra dulce ama Kuat Al-Kulub habrá muerto de manera tan horrible?” Nozha contestó: “¡Alah preserve de la muerte a su juventud! Pero no ha muerto, pues Zobeida ha dicho a su esclava: “He averiguado que Kuat Al-Kulub ha podido escaparse, y que está en casa de un joven mer­cader de Damasco, llamado Ghanem ben-Ayub, hace ya cuatro meses.” Comprenderás, ¡oh Subhia! cuán dés­graciado es nuestra señor al ignorar que vive su favorita, mientras sigue velando todas las noches junto a una tumba que no hay ningún cadaver. Y las dos esclavas continuaron hablando durante algún tiempo, y el califa oía sus palabras.

Y cuando acabaron de hablar ya no le quedaba nada que saber al cali­fa. Y se incorporó súbitamente dando tal gritó, que las esclavas huyeran aterradas: Y sentía una ira espan­tosa al pensar que su favorita llevaba cuatro meses en casa del joven lla­modo Ghanem ben-Ayub. Y se le­vantó, y mandó llamar a los emires y notables, así como a su visir Giafar al Barmaki, que llegó apresurada­mente y besó la tierra entre sus ma­nos. Y el califa le dijo: “¡Oh Giafar! averigua dónde vive un jovea mercader llamado Ghanem ben-­Ayub: Asalta su casa con mis guar­dias y me traes a mi favorita Kuat Al-Kulub, y también a ese insolente mancebo, para castigarle.” Y Giafar contestó: “Escucho y obedezco:” Y salió con una compañía de guardias, acompañándole el walí con sus dependientes, y todos juntos no deja­rón de hacer pesquisas, hasta descu­brir la casa de Ghanem ben-Ayub.

En aquel momento, Ghanem aca­baba de regresar del zoco, y estaba sentado junto a Kuat Al-Kulub, teniendo delante un hermoso carne­ro asado y relleno de manjares. Y lo estaban comiendo con mucho ape­tito. Pero al air el ruido que armaban los de fuera, Kuat Al-Kulub miró por la ventana, y emprendió la desdicha que se cernía sobre ellos, pues la casa estaba cercada por los guardias, el porta-alfanje, los mamalik y los jefes de la tropa, y vio a su cabeza al visir Giafar y al walí de la ciudad. Y todos daban vueltas alrededor de la casa como lo negro de los ojos da vueltas alrededor de los párpados. Y adivinó que el califa lo había averiguado todo, y que esta­ría celosísimo de Ghanem, que desde haría cuatro meses la tenía en su casa. Y al pensar estas cosas, se contrajeron sus hermosas facciones, palideció de terror, Y dijo a Ghanem “¡Oh querido mío! Ante todo piense en tu salvación. Levántate y escapa:” Y Ghanem contestó: “¡Alma mía! ¿Cómo voy a salir si está la casa cercada de enemigos?” Pero ella le vistió con un ropón viejo y roto que le llegaba a las rodillas, cogió una marmita de las de llevar carne, y se la puso en la cabeza. Colocó en la marmita pedazos de pan y unos tazones con las sobras de la comida, y le dijo: “Sal sin ningún temor pues creerán que eres el criaado del fondista, y nadie te hará daño. Y en cuanto a mí, ya me las sabré arreglar, pues conozco el poder que ejerzo sobre el califa.” Entonces Ghanem se apresuró a salir, y atra­vesó las filas de guardias y mama­lik, con la marmita en la cabeza. Y no le ocurrió nada malo, porque le protegía el único Protector que sabe guardar a los hombres bien inten­cionados, librándoles de los peligros y de la mala suerte.

Entonces el visir Giafar echó pie a tierra, entró en la casa y llegó hasta la sala, llena de fardos y de sederías. Mientras tanto, Kuat Al­-Kulub había tenido tiempo para her­mosearse y vestirse la ropa más rica con todas sus alhajas. Y se había puesto un brillante como los más brillantes. Y había reunido en un cajón los efectos más preciosos, las joyas y pedrerías y todas las cosas de valor. Y apenas penetró Giafar en la habitación, se puso de pie, se inclinó, besó la tierra entre su manos, y dijo: “¡Oh, mi señor! he aquí que la pluma ha escrito lo que había de escribirse por orden de Alah. En tus manos me entrego.­Y Giafar contestó: “¡Oh mi señora! El califa me ha dado orden de prender únicamente a Ghanem ben-­Ayub. Dime dónde está.” Y ella dijo: “Ghanem ben-Ayub, después de em­paquetar sus mejores mercancías, marchó hace algunos días a Damas­co, su ciudad natal, para ver a su madre y a su hermana Fetnah. Y no sé más, ni puedo decirte otra cosa. Y este cajón que aquí ves es el 'mío, y en él he colocado lo mejor que poseo. Y espero que me lo guar­des bien y lo mandes transportar al palacio del Emir de los Creyentes:” Giafar contestó: “Escucho y obedez­co.” Y cogió el cajón, y mandó a sus hombres que lo llevaran, y después de haber colmado de hono­res a Kuat Al-Kulub, le rogó que le acompañase al palacio del Emir de los Creyentes, y todos se alejaron, no sin haber saqueado antes la casa de Ghanem, según había ordenado el califa.

Cuando Giafar sé presentó entre las manos de Harún Al-Rachid, le contó todo lo ocurrido, enterándose de que Ghanem se había marchado a Damasco y que la favorita se hallaba en palacio. Pero el califa estaba convencido de que Ghanem había hecho con Kuat Al-Kulub todo cuanto se puede hacer con una mu­jer hermosa que pertenece a otro, y ni siquiera quiso ver a Kuat Al­-Kulub, y mandó a Massrur que la encerrase en un cuarto obscuro, vigi­lada por una vieja encargada de estas funciones.

Y envió jinetes para que buscasen por todo el mundo a Ghanem. Tam­bién se lo encomendó al sultán de Damasco, su vicario Mohammad ben-Soleimán El-Zeiní, para lo cual cogió el cálamo, el tintero y un pliego de papel, y escribió la carta siguiente:

“A SU SEÑORÍA EL SULTÁN MoOHAMMAD BEN-SOLEIMÁN EL-ZEINÍ, VICARIO DE DAMASCO, DE PARTE DEL EMIR DE LOS CREYENTES HARÚN AL-RACHID, QUINTO CALIFA DE LA GLORIOSA DESCENDENCIA DE LOS BE­NI-ABBAS.


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    本站小编 Free壹佰分学习网 2022-09-19