西语阅读:《一千零一夜》连载三十四(5)

网络资源 Freekaoyan.com/2008-04-17

¡He aquí ahora lo que atañe a las bodas del hijo del gran visir! Cuando tuvieron fin la fiesta y los festines y las ceremonias y las recepciones y los regocijos, el recién casado, pre­cedido por el jefe de los eunucos, penetró en la cámara nupcial. Y el jefe de los eunucos se apresuró a re­tirarse y a cerrar la puerta detrás de sí. Y el recién casado, después de­desnudarse, levantó las cortinas y se acostó en el lecho para esperar allí la llegada de la princesa. No tardó en hacer su entrada ella, acompa­ñada de su madre y las mujeres de su séquito, que la desnudaron, la pusieron una sencilla camisa de seda y destrenzaran su cabellera. Luego la metieron ea el lecho a la fuerza, mientras ella fingía hacer mucha resistencia y daba vueltas en todos sentidos para escapar de sus manos, como suelen hacer en semejantes circunstancias las recién casadas. Y cuando la metieron en el lecho, sin mirar al hijo del visir que estaba ya acostado, se retiraron todas juntas, haciendo votos por la consumación del acto. Y la madre, que salió la última, cerró la puerta de la habita­ción, lanzando un gran suspiro, como es costumbre.

No bien estuvieron solas los re­cién casados, antes de que tuviesen tiempo de hacerse la menor caricia, sintiéronse de pronto elevados con su lecho, sin poder darse cuenta de lo que les sucedía. Y en un abrir y cerrar de ojos se vieron transpor­tados fuera del palacio y deposita­dos en un lugar que no conocían, y que no era otro que la habitación de Aladino. Y dejándolos llenos de espanto, el efrit fue a prosternarse ante Aladino, y le dijo: “Ya se ha ejecutado tu orden ¡oh mi señor! ¡Y heme aquí dispuesto a obedecerte en todo lo que tengas que mandar­me!” Y le contestó Aladino: “¡Ten­go que mandarte que cojas a ese joven y le encierres durante toda la noche en el retrete! ¡Y ven aquí a tomar órdenes mañana por la ma­ñana!” Y el genni de la lámpara contestó con el oído y la obediencia, y se apresuró a obedecer. Cogió, pues, brutalmente al hijo del visir y fue a encerrarle en el retrete, me­tiéndole la cabeza en el agujero. Y sopló sobre él una bocanada fría y pestilente que lo dejó inmóvil como un madero en la postura en que estaba. ¡Y he aquí lo referente a él!

En cuanto a Aladino, cuando es­tuvo solo con la princesa Badrú'l-Bu­dur, a pesar del gran amor que por ella sentía, no pensó ni por un ins­tante en abusar de la situación. Y empezó por inclinarse ante ella, lle­vándose la mano al corazón, y le di­jo con voz apasionada: “¡Oh prin­cesa, sabe que aquí estás más segu­ra que en el palacio de tu padre el sultán! ¡Si te hallas en este lugar que desconoces, sólo es para que no sufras las caricias de ese joven cretino, hijo del visir de tu padre! ¡Y aunque es a mí a quien te prome­tieron en matrimonio, me guardaré bien de tocarte antes de tiempo y antes de que seas mi esposa legítima por el Libro y la Sunnah!”

Al oír estas palabras de Aladino, la princesa no pudo comprender na­da, primeramente porque estaba muy emocionada, y además, porque ig­noraba la antigua promesa de su pa­dre y todos los pormenores del asun­to. Y sin saber qué decir, se limitó a llorar mucho. Y Aladino para de­mostrarle bien que no abrigaba nin­guna mala intención con respecto a ella y para tranquilizarla, se tendió vestido en el lecho, en el mismo sitio que ocupaba el hijo del visir, y tuvo la precaución de poner un sable des­envainado entre ella y él, para dar a entender que antes se daría la muerte que tocarla, aunque fuese con las puntas de los dedos. Y has­ta volvió la espalda a la princesa, para no importunarla en manera al­guna. Y se durmió con toda tran­quilidad, sin volver a ocuparse de la tan desada presencia de Badrú't-Bu­dur, como si estuviese solo en su le­cho de soltero.

En cuanto a la princesa, la emo­ción que le producía aquella aventu­ra tan extraña, y la situación ano­mala en que se encontraba, y los pensamientos tumultuosos que la agi­taban, mezcla de miedo y asombro, la impidieron pegar los ojos en toda la noche. Pero sin duda tenía menos motivo de queja que el hijo del vi­sir, que estaba en el retrete con la cabeza metida en el agujero y no podía hacer ni un movimiento a causa de la espantosa bocanada que le había echado el efrit para inmo­vilizarle. De todos modos, la suerte de ambos esposos fue bastante aflic­tiva y calamitosa para una primera noche de bodas...

En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la maña­na, y se calló discretamente.

PERO CUANDO LLEGÓ LA 752 NOCHE

Ella dijo:

... De todos modos, la suerte de ambos esposos fue bastante aflictiva y calamitosa para una primera no­che de bodas.

Al siguiente día por la mañana, sin que Aladino tuviese necesidad de frotar la lámpara de nuevo, el efrit, cumpliendo la orden que se le dio, fue solo a esperar que se des­pertase el dueño de la lámpara. Y como tardara en despertarse, lanzó varias exclamaciones que asustaron a la princesa, a la cual no era posi­ble verle. Y Aladino abrió los ojos, y en cuanto hubo reconocido al efrit, se levantó del lado de la princesa, y se separó del lecho un poco, para no ser oído mas que por el efrit, y le dijo: “Date prisa a sacar del retrete al hijo del visir, y vuelve a dejarle en la cama en el sitio que ocupaba. Luego llévalos a ambos al palacio del sultán, dejándolos en el mismo lugar de donde los trajiste. ¡Y sobre todo, vigílales bien para impe­dirles que se acaricien, ni siquiera que se toquen!” Y el efrit de la lám­para contestó con el oído y la obe­diencia, y se apresuró primero a quitar el frío al joven del retrete y a ponerle en el lecho, al lado de la princesa, para transportales en se­guida a ambos a la cámara nupcial del palacio del sultán en menos tiempo del que se necesita para par­padear, sin que pudiesen ellos ver ni comprender lo que les sucedía, ni a que obedecía tan rápido cambio de domicilio. Y a fe que era lo me­jor que podía ocurrirles, porque la sola vista del espantable genni ser­vidor de la lámpara, sin duda alguna les habría asustado hasta morir.

Y he aquí que, apenas el efrit transportó a los dos recién casados a la habitación del palacio, el sultán y su esposa hicieron su entrada ma­tinal, impacientes por saber cómo había pasado su hija aquella primera noche de bodas y deseosos de feli­citárla y de ser los primeros en ver­la para desearle dicha y delicias pro­longadas. Y muy emocionados se acercaran al lecho de su hija, y la besaron con ternura entre, ambos ojos, diciéndole: “Bendita sea tu unión, oh hija de nuestro corazón! ¡Y ojalá veas germinar de tu fe­cundidad una larga sucesión de des­cendientes hermosos e ilustres que perpetúen la gloria y la nobleza de tu raza! ¡Ah! ¡dinos cómo has pasa­do esta primera noche, y de qué ma­nera se ha portado contigo tu espo­so!” ¡Y tras de hablar así, se calla­ron, aguardando su respuesta! Y he aquí que de pronto vieron que, en lugar de mostrar un rostro fresco y sonriente, estallaba ella en sollozos y les miraba con ojos muy abiertos, triste y preñados de lágrimas.


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    本站小编 Free壹佰分学习网 2022-09-19