PERO CUANDO LLEGÓ LA 21a. NOCHE
Ella dijo:
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que el efrit terminó su relato eón estas palabras: “Y no esperan otra cosa sino que el jorobado salga del hammám.” Y la efrita repuso: “Se me figura; ¡oh compañero! que te equivocas al afirmar que Seth El-Hosn es más hermosa que ese joven. No es posible. Es indudablemente el más hermoso de s, tiempo.” Pero el efrit respondió: “¡Por Alah, hermana: mía! te aseguro que aquella joven es más bella todavía. No tienes más que venir conmigo; para que a su vista te convenzas. Bien fácil-te ha de ser esto. Además, podríamos aprovechar la ocasión para burlar al maldito jorobado aquella maravilla hecha carne. Porque los dos jóvenes son dignos el uno del otro, y tanto se parecen, que diríase que son hermanos, o primos por lo menos. Y me parece que haríamos una acción digna de nosotros, si oponiéndonos a la injusticia del sultán, pudiéramos substituir este joven en lugar del jorobado.
Entonces contestó la efrita: “Razón tienes, hermano mío. Llevemos en brazos a ese mancebo dormido y juntémoslo con la joven de quien hablas. Así haremos una buena obra, y veremos además cuál es más hermoso de los dos.” y el efrit dijo: “¡Escucho y obedezco! Tus palabras están llenas de rectitud y de justicia. ¡Vamos, pues!” Y entonces el efrit se echó a cuestas al joven y comenzó a volar, seguido de cerca por la efrita, que le ayudaba para llegar antes, y ambos, de este modo, llegaron cargados al Cairo con toda rapidez. Y allí soltaran al hermoso Hassán, dejándole dormido sobre el banco de una calle próxima al palacio, que rebosaba de gente. Y entonces le despertaron.
Hassán se desperto, y quedó en la más extrema perplejidad al no verse en Bassra, en el tourbeh de su padre: Y miró a la derecha. Y miró a la izquierda. Y no conocía nada de aquello. Pues aquello era una ciudad, pero una ciudad muy distinta a la de Bassra. Tan sorprendido quedó, que abrió la boca para gritar; pero en seguida vio delante de sí a un hombre gigantesco y barbudo, que le guiño el ojo para indicarle que no gritase. Y Hassán se contuvo. Y aquel hombre, que era el efrit, le presento una vela encendida, y le mandó que se uniera a las muchas personas que llevaban velas encendidas para acompañar a la boda, y le dijo: “¡Sabe que soy un efrit, pero creyente! Te transporté aquí durante tu sueño. Esta ciudad es El Cairo. Te he traído porque te quiero y deseo favorecerte sin ningún interés, sólo por amor a Alah y por tu hermosura. Toma esta vela encendida, intérnate entre la muchedumbre y marcha con ella hasta ese hammam que allí ves. De él ha de salir una especie de jorobado a quien llevarán triunfalmente. ¡Síguele! Ve siempre a su lado, pues es el novio. Entrarás en el palacio con él, y al llegar a la gran sala de recepciones te colocarás a su derecha, como si fueses de la casa. Y cada vez que veas llegar ante vosotros un músico, una danzarina o una cantora, métete la mano en el bolsillo, que ya cuidaré yo de que esté siempre lleno de oro, y cógelo a puñados sin vacilación alguna y arrójaselo a todos. Y no temas que se te acabe, que eso es cuenta mía. Obsequia, pues, con puñados de oro a cuantos se te acerquen. Aventúrate y no te detengas ante nada. Confía en Alah que te creó tan hermoso y en mí que te estimo. Además, todo lo que te suceda, te sucederá por la voluntad y el poder del Altísimo.” Y dichas estas palabras, el efrit desapareció.
Entonces Hassán Badreddin de Bassra dijo para sí: “¿Qué querrá decir todo esto? ¿De qué favores me ha hablado este asombroso efrit?” Pero sin perder más tiempo en estas preguntas, echó a andar, encendió su vela en la de un invitado, y llegó al hammam cuando el jorobado había acabado de bañarse y salía a caballo con un traje magnífico.
Hassán Badreddin se internó entonces entre la muchedumbre, dandose tanta maña, que llegó a la cabeza de la comitiva, junto al jorobado. Y entonces brilló en todo su esplendor la maravillosa hermosura de Hassán. Iba vestido con el más suntuoso de sus trajes de Bassra, llevaba un manto de seda tejido con hilo de oro, y en la cabeza un birrete rodeado de un magnífico turbante bordado en oro y plata, puesto a la usanza de Bassra. Y todo ello realzaba su apuesto continente y su hermosura.
Durante la marcha del cortejo, cada vez que una cantora o una danzarina se separaba del grupo de los músicos y se acercaba a él para llegar frente al jorobado, Hassán Badreddin se echaba mano al bolsillo, y sacándola llena de oro, lo derramaba a puñados a su alrededor, y echaba más en la pandereta de la danzarina o de la cantora, llenándola de oro, con ademanes de sin igual donosura.
Y por eso todas estas mujeres, lo mismo que la muchedumbre, quedaron asombradas de aquella esplendidez, admirando la belleza y los encantos de Hassán.
La comitiva acabó por llegar al palacio. Entonces los chambelanes detuvieron a la multitud, y sólo dejaron entrar detrás del jorobado a los músicos, las danzarinas y las cantoras.
Pero las cantoras y las danzarinas interpelaron unánimente a los chambelanes, y les dijeron: “¡Por Alah! Hacéis bien en impedir a esos hombres que entren con nosotras en el harén para presenciar cómo se viste la novia. Pero por nuestra parte, nos negaremos a entrar si no nos acompaña este joven que nos ha colmado de beneficios. Y no hemos de festejar a la novia como no sea en presencia de este joven, amigo nuestro.”
Entonces las mujeres se apoderaron a la fuerza del joven Hassán y lo llevaron con ellas al harén, en medio de la gran sala de fiestas.. Y fue el único hombre que estuvo en el harén a despecho de la nariz del jorobado, que no pudo impedirlo. Allí se hallaban reunidas todas las damas de palacio, las esposas de los emires, visires y chambelanes. Y se alineaban en dos filas, sosteniendo cada una en la mano un gran cirio; y todas tenían la cara cubierta con el velillo, de seda blanca, a causa de la presencia de aquellos dos hombres., Y Hassán y el jorobado pasaron por entre las dos hileras y fueron a sentarse en una tarima alta, teniendo que atravesar las dos filas de mujeres, que se prolongaban desde la sala de festejos hasta la cámara nupcial, de donde había de salir la novia para la boda.