西语阅读:《一千零一夜》连载十九(3)

网络资源 Freekaoyan.com/2008-04-17

Entonces el walí mandó azotar a mi hermano el primero de todos. Y por más que protestó y dijo que era ciego de nacimiento, le siguieron azotando hasta que se desmayó. Y como al volver en sí tampoco abrió los ojos, mandó el walí que le die­ran otros trescientos palos, y luego trescientos más, y lo mismo hizo con los otros dos ciegos, que tampo­ca los pudieron abrir, a pesar de los golpes Y a pesar de las consejos que les dirigía el ciego fingido, su cam­pañero improvisado.

Y en seguida, el walí encargó a este ciego fingido que fuese a casa de mi hermano Bacbac y trajese el dinero. Y entonces dio a este ladrón dos mil quinientos dracmas, o sea la cuarta parte del dinero, y se quedó con los demás.

En cuanto a mi hermano y los otros dos ciegos, el walí les dijo: “¡Miserables hipócritas! ¿Conque co­méis el pan que os concede la gracia de Alah, y luego juráis en su nom­bre que sois ciegos? Salid ds aquí y que no se os vuelva a ver en Bagdad ni un solo día.”

Y yo, ¡oh Emir de las Creyentes! en cuanto supe todo esto salí en busca de mi hermano, lo encontré, lo traje secretaanente a Bagdad, lo metí en mi casa, y me encargué de darle de comer Y vestirla mien­tras viva.

Y tal es la historia de mi tercer hermano, Bacbac el ciego.”

Y al oírla el califa Montasser Billah, dijo: “Que den una gratifi­cación a este barbero, Y que se vaya en seguida.” Pero yo, ¡ah mis seño­res! contesté: “¡Por Alah! ¡Oh Príncipe de los Creyentes! No puedo aceptar nada sin referirte lo que les ocurrió a mis otros tres hermanos.” Y concedida la autorización, dije:

HISTORIA DE EL-KUZ, CUARTO HERMANO DEL BARBERO

“Mi cuarto hermano, el tuerto El-Kuz El-Assuaní, o el botijo irrom­pible, ejercía en Bagdad el oficio de carnicero. Sobresalía en la venta de carne y picadillo, y nadie le aven­tajaba en criar y engordar carneros de larga cola. Y sabía, a quién ven­der la carne buena y a quién des­pechar la mala. Así es que los mer­caderes más ricos y los principales de la ciudad sólo se abastecían en su casa y no compraban más carne que la de sus carneros; de modo que en poco tiempo llegó a ser muy rico y propietario de grandes rebaños y her­mosas fincas.

Y seguía prosperando mi hermano El-Kuz, cuando cierto día entre los días, que estaba sentada en su esta­blecimiento, entró un jeique de larga barba blanca, que le dio dinero le dijo: “¡Corta carne buena!” Y mi hermano le dio de la mejor carne, cogió el dinero y devolvió el saludo al anciano; que se fue.

Entonces mi hermano examinó las monedas de plata que le había entre­gado el desconocido, y vio que eran nuevas, de una blancura deslumbra­dora. Y se apresuró a guardarlas aparte en una caja especial, pensan­do: “He aquí unas monedas que me van a dar buena sombra.”

Y durante cinco meses seguidos el viejo jeique de larga barba blanca fue todos los días a casa de mi her­mano, entregándole monedas de pla­ta completamente nuevas a cambio de carne fresca y de buena calidad. Y todos los días mi hermanó cui­daba de guardar aparte aquel dinero. Pero un día mi hermano El-Kuz quiso contar la cantidad que había reunido de este modo, a fin de com­prar unos hermosos carneros, y espe­cialmente unos cuantos moruecos para enseñarles a luchar unos con otros, ejercicio muy gustado en Bag­dad, mi ciudad. Y apenas había abierto la caja en que guardaba el dinero del jeique de la barba blan­ca, vio que allí no había ninguna moneda, sino redondeles de papel blanco.

Y entonces empezó a darse puñe­tazos en la cara y en la cabeza, a lamentarse a gritos. Y en seguida le rodeó un gran grupo de transeún­tes, a quienes contó su desventura, sin que nadie pudiera explicarse la desaparición de aquel dinero. Y El-Kuz seguía gritando y diciendo: “¡Haga Alah que vuelva hora ese maldito jeique para que le pueda arrancar las barbas y el turbante con mis propias manos!”

Y apenas había acabado de pro­nunciar estas palabras, cuando apa­reció el jeique. Y el jeique atravesó por entre el gentío, y llegó hasta mi hermano para entregarle, como de costumbre, el dinero. En seguida mi hermano se lanzó contra él; y sujetándole por un brazo; dijo: “¡Oh musulmanes! ¡Acudid en mi socorro! ¡He aquí al infame ladrón!” Pero el jeique no se inmutó para nada, pues inclinándose hacia mi hermano le dijo de modo que sólo pudiera oírle él: “¿Qué prefieres, callar o que te comprometa delante de todos? Y te advierto que tu afrenta ha de ser más terrible que la que quieres causarme.” Pero El-Kuz contestó: “¿Qué afrenta puedes hacerme, mal­dito viejo de betún? ¿De qué modo me vas a comprometer?” Y el jeique dijo: “Demostraré que vendes carne humana en vez de carnero.” Y mi hermano repuso: “¡Mientes, oh mil veces embustero y mil veces maldi­to!” Y el jeique dijo: “El embustero y el maldito es quien tiene colgando del gancho de su carnicería un cada­ver en vez de un carnero.” Y mi hermano protestó violentamente, y dijo: “¡Perro, hijo de perro! Si prue­bas semejante cosa, te entregaré mi sangre y mis bienes.” Y entonces el jeique se volvió hacia la muche­dumbre y dijo a voces: “¡Oh vos­otros todos, amigos míos! ¿veis a este carnicero? Pues hasta hoy nos ha estado engañando a todos, infrin­giendo'los preceptos de. nuestro ' Li­bro. Porque en vez de matar carne­ros degüella cada día a un hijo de Adán y nos vende su carne por car­ne de carnero. Y para convenceros de que digo la verdad, entrad a re­gistrar la tienda.”


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    本站小编 Free壹佰分学习网 2022-09-19